La pérdida de la tolerancia

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Las feministas no nacen… desafortunadamente, nos hacen. Nadie -quiere ser feminista- (sería ideal no tener que declararse como tal, porque viviéramos en un mundo equitativo), pero aceptar que se es y serlo, es francamente liberador en un mundo que nos oprime de manera sistemática desde que nacemos. Ahora puedo yo elegir desaprender todo lo que se me había dicho desde niña, de lo que se espera de mi en sociedad y aprender cosas nuevas y enseñarlas a las nuevas generaciones. Puedo elegir borrar los estereotipos que se me inculcaron y encontrar nuevas heroínas, nuevos modelos a seguir y puedo ser mejor. Puedo ser más justa con mis congéneres, puedo dejar de juzgar a otras mujeres por la forma en la que viven su vida, puedo ayudar y puedo en mi capacidad de médico, dar a las mujeres información y la opción de decidir sobre su propio cuerpo.

Puedo decir que en este camino que he tenido que recorrer para declararme como feminista, he ganado muchas muchas cosas, he ganado muchas amistades y mucho conocimiento de verdades a las que había estado ciega. Me he rodeado de varias grandes mujeres y hombres (porque si hay muchos hombres muy buenos) y me he dado cuenta de que no estamos solas.

Pero también debo confesar que he perdido. He perdido el sentido del humor cuando el objeto de burla es la dignidad de la mujer, he perdido la timidez para decir lo que pienso, pero sobre todo, ​he perdido la tolerancia. Yo ya no tolero a quien quiere quitarme lo que es mío. Yo ya no tolero a quien quiere quitarme lo que ahora estoy convencida que es mi derecho (y que incluye pero no se limita a poder caminar tranquila por la calle vestida como quiera y sin miedo, ganar un sueldo equitativo, hasta tener la opción de decidir sobre mi propio cuerpo, cosas, francamente de sentido común y que prácticamente son garantía para cualquier hombre). Y si ese alguien violenta los derechos de otra mujer, si alguien quiere quitarle a cualquier mujer lo que le corresponde, quiere violar sus derechos, yo lo tomo personal, porque lo que le quita a otra mujer, me lo está quitando a mi, está agrediéndome también a mi. Y, como dije, yo ya perdí la tolerancia, así como muchas, muchas otras, que salen a las calles a dejar mensajes o aventar pintura para que se nos tome en serio (finalmente, no hay revoluciones pacíficas).

Así que si tú también has podido quitarte la venda de los ojos y ves que existe la alternativa de reconocer que la mujer vale como persona (aún si te dijeron que no valen lo mismo, al menos no para muchas cosas), entonces has ganado mucho y ojalá, poco a poco, como yo, también pierdas algunas cosas, pierdas algunas compañías nocivas, pero sobre todo, ​pierdas la tolerancia.