Pornografía consensuada

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Por: María Diaz

Durante muchos siglos, el significado de ser mujer se basaba exclusivamente en su biología. En la habilidad de poseer un útero, usarlo para su placer y reproducción, tal y como plantea Simone de Beauvoir (1949). La mujer ha aprendido a usar su cuerpo, para poder salir a respirar a una superficie que solo parece crecer y crecer hasta ahogar. Sea socialmente, financieramente, políticamente. Así como es históricamente conocido el que a la mujer se le ha atribuido su valor, gracias a su capacidad reproductiva, también es igual de conocido el dicho que la prostitución es el oficio más viejo de la historia. En base a esto, las mujeres han podido sacar provecho, a la realidad patriarcal que se vive. Una en donde, es diseñada exclusivamente para beneficiar a nuestras contrapartes masculinas; y que tristemente sigue siendo una realidad para muchas.

El trabajo sexual ha sido desde la segunda ola del feminismo en el siglo XX, un tema de debate. Ya que existen múltiples posturas de acuerdo al tema. Unas en contra, y otras a favor de este tipo de oficios. Sin embargo, el feminismo, reconoce a todos los trabajos sexuales, sin embargo, refuta la idea de aquellos trabajos forzados. Como la trata de personas, el ​“pimping”​, revenge porn etc. No obstante, víctimas de estas tratas, busca protegerlas y ayudarlas.

El creciente uso de redes sociales en los último años, así como el consumo normalizado de la pornografía en audiencias cada vez más pequeñas, ha empujado a una nueva perspectiva de lo que es trabajo sexual, la venta de imágenes, videos y cuerpos dentro de una sociedad patriarcalmente controlada. Han llegado a la superficie del ciberespacio, algunas similares a redes sociales, en donde uno puede comprar una mensualidad a cambio de subir regulamente contenido pornografico a su pagina. Generando ingresos con la producción, distribución y monetización de su cuerpo. Plataformas como ​Onlyfans, ​hace que los usuarios logren generar un mínimo de $1,5300 dolares al mes. Se promedian las ganancias de entre $4 y $5 dólares por suscriptor. De esta manera generando una audiencia para la exposición de sus cuerpos.

Estás tendencias han ganado momentum gracias a la “facilidad” que le tiene adjunta a generar ganancias de esta manera. Pero, no evita que se despierte la pregunta, si como feministas, esta práctica, este consumo sea ético.

Como movimiento, feminista va a apoyar a las visitas de trata de personas y siempre va a buscar la protección de aquellos empleados sexuales que trabajan en las diversas ramas de esta práctica. Sin embargo existen los discursos populares al momento de discutir si es que este tipo de labores son éticos para el movimiento. Primariamente, existe la postura positiva. La cual afirma que cualquier trabajo sexual, que esté fuera de cohesión terciaria, es ético y debe de ser apoyado. Puesto que es una manera de empoderamiento y una contracorriente hacia lo que ha representado la cultura dentro de este oficio. Hace que las mujeres, quienes

antes sólo eran vistas como mero objeto de gratificación sexual, tomen control de su cuerpo y lo exploten a su gusto. Este lado de la moneda, proporciona una elección a la mujer. Algo que ha caracterizado al movimiento feminista durante décadas. El rehusarse a negar oportunidad es y basar sus creencias en un sentido sororo de inclusión, solamente impulsa la unidad entre mujeres y aliadxs para eliminar las raíces patriarcales que infectan nuestra sociedad. Feministas como Judith Butler, respaldan este argumento, postulándose como defensoras de aquellxs trabajorxs de esta industrial. Argumentan que esta contra corriente es la manera en la que muchas mujeres, logran reclamar independencia sobre sus cuerpos, sustento económico y empoderamiento sobre sus vidas. Algo importante a notar, es que, dictan que una se empodera, y estos trabajos son positivos, exclusivamente si no son forzados a cometerse. Que están siendo empleados por los deseos unilaterales de la voluntad de la persona que los practica. Katherine T. Bartlett (2013), profundiza más esta visión en su libro de Gender and Law, diciendo lo siguiente “​sex work not only empowers women, but it provides women with greater opportunities for financial advancement.”. Estableciendo una normativa en donde el crecimiento económico e independencia de una mujer puede ser logrado bajo estos medios.

Ademàs de esto, el que una mujer, persona o individuo, se apropie de su propia sexualdiad de esta manera, llega a amplificar un canal de aceptación sexual muchísimo más grande de lo que ya es. Gracias al normalizar trabajos como los anteriores, la oportunidad para que organizaciones como ​The Red Thread ​y el ​International Committee for Prostitues sean fundadas para la protección, ayuda legal, médica y social de lxs trabajadorxs sexuales.

Bajo tecnicismos, el consumo de este tipo de pornografía, en esencia, es ética. Ya que no solo se basa en el consentimiento del usuario quien los publica, sin embargo que también no perpetua contra la realidad de lo que es placer. Ya que está hecho por personas y no actores posando para complacer cierto tipo de deseo o fantasía. El que se consuman bajo plataformas como redes sociales, abre una nueva puerta para la diversidad en el universo de la pornografía.

No obstante, se argumenta de misma manera que este tipo de plataformas solamente amplifican la hipersexualiacion del cuerpo femenino, y no es necesariamente una influencia positiva en el movimiento. Ya que permite y glorifica la violencia en contra del físico de la mujer. Estadísticas muestran que las agresiones hechas contra lxs trabajadorxs sexuales son principalmente tomadas desde un capo violente. Es decir, solo reflejan el lado de coerción impuesto en los trabajadorxs. El cual es sorprendente ya que dicta que un 80% de las víctimas, han sido agredidas físicamente, y el 55% fueron por clientes propios (M. Farley. 1998). Ahora, tomando en cuenta la agresión física, también existe la agresión virtual, llamada típicamente revenge porn. En la cual, al abrir las plataformas de distribución de contenido sexual, hace más fácil el reparto de contenido explicito y por ende, el atentado ante la persona que está en dicho material.

En conclusión, la normalización de este tipo de prácticas se puede definir como necesaria y absolutamente correcta. Ya que ante ojos de la ética, y de las razones por las cuales se rechaza la comersializacion masiva de la pornografía, es por la violencia detrás de esta industria. La cual al ser auto-producida, se elimina. Así como el consentimiento que se da al subirlas y aceptar a suscriptoras para su consumo. Este contrarresta a la constante tendencia de las paginas pornograficas de subir, y mantener en sus servidores, videos tomados sin consentimeinto, violaciones, y acciones pedofilicas. Al estar presente en un serivicio com ​OnlyFans,​ no solamente se confirma la edad, la autenticidad y la realidad de los videos, sino que también elimina la posibilidad de propagar el consumo inmoral del material explícito.

Finalmente, sea cual sea la postura de uno ante este tema, la protección y el bienestar de las víctimas siempre va a hacer prioridad para el movimiento. Ya que está en su esencia el proteger y ayudar a las personas que más lo necesitan.